Celia estaba enferma, y se pasaba todo el día en la galería, para que le diera el sol. Todos los días veía, a un hombre ciego, con su perro cojo, en la puerta de la iglesia. Ella creía que era San Pedro, y le preguntó al hombre y el le contestó que sí. Le dió un dinero que no era suyo, porque llovía mucho, y le dijo a los monaguillos de la iglesia que lo dejaran dormir dentro que era San Pedro; y así fué durmió dentro. Esa noche la iglesia ardió, el hombre la había quemado con un cigarro, y Celia fue castigada.
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SIN PIES NI CABEZA.
Celia, seguía castigada, por el incendio de la iglesia y por la forma que tenía de hablarle a la madre superiora, así que no la dejarón participar en el santo de la madre superiora, como a todas las demás. Se pasó todo el día en el jardín, y escuchó hablar a dos hermanas diciendo que la hermana María de las Nievas había perdido la cabeza. Al escuchar ésto fue a buscar la cabeza, pues no se la imaginaba sin ella. Una vez que creyó haberla encontrado, fue a hablar cn la madre superiora, y una vez más acabó castigada sin cena.
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EL SANTO DE CELIA.
Celia, estaba muy nerviosa, porque se acercaba el día de su santo, y nadie le iba a regalar nada, todas las demás niñas, recibían un regalo el día de su santo y ella temía que llegara ese día y se encontrara sin un regalo. Así que decide escribirle una carta a Jesucristo, pidiéndole un regalo.
Esa noche no puedo dormir, imaginándose el momento en que recibiera el paquete, yt llego el día, pegaron a la puerta y se encontro con un paquete que contenía una hermosa muñeca, Celinda.
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